lunes, 26 de noviembre de 2007
Serapio ha muerto.
Serapio era uno de esos personajes que toda aldea/pueblo/ciudad tiene o debería tener. Siempre he dicho que el Grau, donde yo vivo, es un punto de energía en el espacio -otro día también os hablaré de mis paranoias con las energías-; esto propicia que aquí se concentre mucha gente curiosa. Mucho perro verde.

Serapio era un hombre extremadamente desagradable a la vista, al olfato e incluso al oído (se me han pasado el tacto y el gusto por la mente y me ha dado repelús). Fue legionario y boxeador. Era misógino y alcohólico. Cuentan que hace un par de décadas se plantó en la puerta del ayuntamiento y dijo que no se iba hasta que le dieran trabajo. Y se lo dieron.

Pese a llevar tanto tiempo trabajando y cobrando un sueldo bastante aceptable, vivía en un chamizo sin luz ni agua corriente y no era extraño verle comiendo fruta medio podrida, con sus dos o tres dientes y sus asquerosas encías. Se desplazaba en una bicicleta con un cajón detrás y, sobra decirlo, era un peligro al manillar.

A pesar de todo eso, era un tío que, por alguna extraña razón, caía bien. Todo el mundo le saludaba y se paraba a charlar con él. Yo le aborrecía, me parecía un ser mezquino y despreciable. Se ha muerto hace un rato. Pobre. De verdad, no le soportaba, pero formaba parte de la vida de todos. Creo que hasta le echaré de menos. Que descanse en paz.
posted by Tere @ 4:01 p. m.  
1 Comments:
  • At 27 de noviembre de 2007, 13:48, Anonymous Anónimo said…

    Me imagino a Serapio muy bien. En esas bicicletas un poco roñosas con el cajón detrás... seguro que fue todo un personaje.

     
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